Cementerio de la Parroquia Juan Benigno Vela
Cada dos de noviembre la tradición católica conmemora el día de los fieles difuntos, conocida también como día de muertos. En países como Ecuador, Bolivia, Perú y México es obligatoria la revisión de los recuerdos familiares de aquellos que ya no están y cuya evocación se mezcla con algunas tradiciones indígenas ancestrales. La colada morada, las guaguas y los caballitos de pan en Ecuador, Bolivia y Perú, así como la comida de difuntos son una muestra de la variedad de tradiciones que acompañan esta celebración, que fue universalizada por la Iglesia católica posiblemente a partir del siglo XII.
Según la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, este día fue instaurado para orar por los muertos, a fin de que “quienes se encuentren en este lugar [purgatorio] enteramente desatendidos por sus parientes y amigos, se beneficien de los sufragios que en este día ofrezcan los vivos por los difuntos en general”, señalando como fecha el día siguiente a la celebración de Todos los Santos. La Unesco ha declarado esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El Día de los Muertos es un día festejado también en el Brasil, como Dia dos Finados, aunque esta festividad no tiene las mismas raíces prehispánicas.
El ritual se vuelve una cuestión básica cuando se trata de entender el funcionamiento de una sociedad y las dinámicas que se generan a su alrededor, los mismos no simplemente incluyen una serie de pasos simbólicos sino también determinan un tránsito a otro estado del espíritu humano: “En el curso de la historia todo grupo humano elabora creencias y prácticas religiosas asociadas a momentos cruciales de la vida: nacimiento, matrimonio y muerte” (Aceves, 1992, p.27). El culto a los muertos es uno de estos momentos en donde se ha de pasar por una ceremonia individual y colectiva que enmarque lo importante de este estado y que logre el paso de una situación social previa a una distinta. La muerte representa entonces un ejemplo de sincretismo, por la variedad de elementos de carácter religioso y a la vez ancestrales que componen su ritualización. En el caso latinoamericano, la práctica funeraria y la importante apropiación del día de difuntos sirve como excusa para observar un tipo de representación que tiene que ver con la muerte niña.
El Día de los Difuntos en el Ecuador se conmemora con una amalgama de tradiciones de las culturas aborígenes y ritos católicos que varían en cada una de las provincias: personajes, vigilias, oraciones y una diversidad de platos típicos de estas fechas forman parte de esta celebración.
Para su celebración, familiares residentes de las poblaciones de, Tungurahua, regresan a su tierra natal para recordar a sus seres queridos en unidad familiar.
No puede faltar la anticipada visita al Cementerio para el arreglo de las tumbas que consiste en la limpieza de las mismas y su adorno con hermosos ramos de flores, coronas de papel y las expresivas tarjetas.
La asistencia a la Misa de Difuntos es una ritual celebración para rezar por las almas de quienes partieron a la eternidad.
Respecto a las costumbres, a pesar que se han ido cambiando con el decurrir del tiempo, se mantiene la de amasar el Pan de finados, con sus exquisitas variedades: buñuelos, pan de huevo, botadas, empanadas, guaguas de pan. El maíz negro es uno de los alimentos más buscados en estos días, pues es la materia prima de la exquisita colada morada que constituye una bebida tradicional en los hogares ecuatorianos en general, con motivo del Día de los Difuntos.
Allí todos comparten no solo la comida sino también las novedades e inquietudes de la familia, es decir, le ponen al difunto al día sobre los acontecimientos ocurridos desde su partida o desde la última vez que lo visitaron. El dos de noviembre sigue siendo para muchos un verdadero reencuentro con los antepasados.
Entre los indígenas la celebración es diferente a la que estamos acostumbrados, aunque también consumen la colada morada y las guaguas de pan. La diferencia de la celebración es que los indígenas llevan todos sus alimentos para ingerirlos en el cementerio. Entre los indígenas hay la idea de que la muerte es una transformación, no un desaparecer, por tal motivo ellos llevan la comida para comer junto a los difuntos.
En la actualidad se puede ver la tradición de alimentar a los muertos justamente el dos de noviembre, para esta alimentación ritual que hacen a los muertos, los indígenas hacen un orificio en la tierra calculando que este coincida con el lugar donde estaría la boca del muerto, en ese orificio colocan recipientes con los alimentos, colada morada, helados, sodas, pan agua, etc.
La parroquia Juan Benigno Vela, del cantón Ambato, es la parroquia indígena en donde son más notorias las costumbres ancestrales para la recordación del Día de los Difuntos.
Decenas de familias se reúnen al pie de las tumbas de sus seres queridos para compartir los alimentos que más les gustaban a quienes les antecedieron en la partida de este mundo, lo que acompañan con un vaso de vino.Desde muy temprano de cada 2 de noviembre comienzan a llegar al cementerio en vehículos o a pie desde diferentes partes, no solo de la parroquia, sino incluso de otras provincias del país y exterior.
Todos llegan cargados de alimentos, los más comunes son cuy, conejo, papas, pan, mote y habas hasta reunirse todos los miembros de cada familia. Para servirse todos comparten de cada porción. El cementerio se convierte en este día en el lugar preferido para visitar a los difuntos. Por ejemplo en Juan Benigno Vela, la gente lleva a la tumba de sus antepasados colada morada, guaguas de pan, cuyes, papas, ocas y habas.
Para el pueblo de Juan Benigno Vela, que aún conserva esta costumbre, la conmemoración del Día de los Difuntos es la relación con sus ancestros, la tierra, la divinidad y con todo lo que les permite estar en armonía con la vida misma, por lo que afirma que se sienten orgullosos de conservar las costumbres y tradiciones de los antepasados.
Conclusión:
Al llegar al cementerio me di cuenta que era un lugar un poco descuidado, había gente sobre las tumbas, gente que conversaba, gente que rezaba. Mientras iba viendo lo que ocurría al rededor me di cuenta que algunas cruces que estaban sobre las tumbas estaban pintadas de azul, eso me llamo la atención, además de la decoración que había en dichas tumbas.
Anexos: