ANÁLISIS DE FACHADAS
IGLESIAS:
Precede el atrio una cruz que se destaca de las demás por la
presencia de un crucifijo tallado en ella. El atrio se destaca
por sus tres escalinatas descendentes que se ubican bajo el
nivel de la calle.
La composición general de la fachada, inicia en dos paramentos
laterales simétricos que enmarcan la estructura central de
piedra, éstos paramentos encalados, están compuestos por dos
cuerpos y una sola calle o faja (cada uno), enmarcados por una
arraba de círculos entrelazados, arranca en un zócalo plano que
pasa inadvertido pues también está revocado de cal.
Sobre la plaza del mismo nombre, se eleva majestuosa la fachada
franciscana, al igual que las demás fachadas, ésta funde la
piedra como un solo elemento monolítico inciso dentro de un
blanco muro de adobe y ladrillo, revocado de cal.
La fachada pétrea del templo surge del atrio como una
continuación ascendente de aquél, piedras almohadilladas forman
el zócalo en el que se insertan cuatro medios dados decorados en su cara frontal con un gran tetrágono (rombo) en alto relieve,
rematado con un listel que se desarrolla a lo largo de la parte
superior del zócalo, éstos dados sostienen cuatro media columnas
Toscanas, los paramentos de las calles laterales del primer
cuerpo están realizados en piedra sillar con decoración de
medias cañas en las juntas, lo que imprime a la obra las
primeras características manieristas del conjunto, sobre este
fondo se insertan fajas horizontales de textura áspera, que
rompen la verticalidad tensionante de las columnas, éstas fajas
realizadas en altorelieve que van de un extremo a otro de las
calles laterales, interrumpidas únicamente por dos ventanales
rectangulares incisos en el centro, las fajas se adentran en las
jambas laterales, la clave se une armoniosamente a éstas
guardando el equilibrio estético de la composición.
Se inició su construcción en la segunda década del siglo XVIII
(1722) y se terminó entrada ya la segunda mitad del mismo siglo (1765).
Es en verdad un retablo de piedra en cuyas hornacinas aparecen
de cuerpo entero las imágenes de los santos más venerados de la
hagiografía jesuítica: el Fundador, San Ignacio de Loyola, y San
Francisco Xavier, San Estanislao de Kostka y San Luis. Adquieren personalidad de protagonistas el juego de columnas
Salomónicas, cuyas espiras dialogan como una oración encarnada en piedra es deslumbrante observar el esfuerzo que habrá
implicado el primor del decorado, relieve de encaje obtenido
sobre la dura consistencia del material. Fr.José María Vargas. Sobre los dinteles de las puertas laterales se admiran, como
símbolos teológicos, los Corazones de Jesús y de la Virgen,
íntimamente vinculados al sentimiento religioso popular.
Entre los detalles más significativos y cuidadosamente
esculpidos cabe destacar los que aparecen sobre el arco del
dintel de la puerta céntrica. La estatua de la Inmaculada
Concepción, de juvenil lozanía, cuya mirada parece reflejar el
éxtasis de amor maternal en su expresión más diáfana, sobre la
hornacina en que se levanta, la alegoría hierática e imponente
del Espíritu Santo. En su soporte y a los lados los rostros de
los ángeles parecen transidos de íntima y entrañable devoción al
rendir culto a la madre de Dios. Espirales, con realistas
representaciones de los frutos de la tierra, de bien trazadas
líneas geométricas, separan las imágenes laterales de ángeles,
en actitud de oración, sin alas y con las manos juntas mirando
hacia la Inmaculada. Detalles que ante la grandiosidad del
conjunto pasan casi inadvertidos a la visión no muy atenta; son
obras de profundo contenido estético, en ocasiones ritual y
alegórico, que dan peremne testimonio de la gran categoría
técnica y creativa de los imagineros quiteños de la época en que
nuestra ciudad era un auténtico núcleo de irradiación del arte religioso del continente. Existen similitudes entre las columnas salomónicas del
baldaquino de la Basílica de San Pedro en Roma, talladas por
Bernini, y el frontispicio de ésta iglesia quiteña en que el
Barroco llega a su más admirable esplendor.
MUSEOS:
Museo de arte contemporáneo
Este sanatorio, ubicado en San Juan, fue construido a inicios del siglo XX, primero por Schmidt y luego por los arquitectos s italianos Durini, constructores de algunas de las mejores edificaciones de Quito. El siglo XXI, el Fondo de Salvamento lo restauró y lo convirtió en Centro de Arte Contemporáneo, destino que satisface a la mayoría de los quiteños.
Esta obra arquitectónica se acopla perfectamente a las irregularidades de la pendiente del cerro San Juan, en las faldas del volcán Pichincha. La edificación es una muestra del estilo neoclásico, prevalente hace 100 años. Diez pabellones de dos pisos se distribuyen simétricamente en abanico, a partir de un cuerpo principal curvo.
Las condiciones de iluminación, ventilación y especialmente de salubridad de la obra son impresionantes para la época. Justamente estas dan una clara indicación de que, pese a nuestras limitaciones, los ecuatorianos siempre hemos tenido una clara conciencia civilizadora.
Museo de la ciudad
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"Museo de la ciudad" |
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"Museo de la ciudad" |
El Museo de la Ciudad tiene su sede en el corazón del Centro Histórico de Quito, en el edificio civil más antiguo de la ciudad, fundado en 1565 por orden del Rey de España, como Hospital de la Misericordia de Nuestro Señor Jesucristo.
Desde el siglo XIX adoptó el nombre de Hospital San Juan de Dios, con el que se le ha conocido hasta nuestros días.
La instalación de hospitales en las recién fundadas ciudades españolas respondía a la mentalidad cristiana medieval, que enfatizaba la importancia del bien común y valoraba la solidaridad y la atención al menesteroso.
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